domingo, 8 de noviembre de 2009

45 BEHOBIA - SAN SEBASTIAN - 8 NOVIEMBRE 2009




AGRADECIMIENTO de la Organización

Queremos felicitar a todas las personas que han hecho posible que esta 45 Behobia-San Sebastián haya sido una edición memorable, una carrera que se recordará por su dureza y su dificultad durante mucho tiempo. Felicidades a los 14.944 atletas que tomaron la salida, muchos bajo un auténtico diluvio; al millar de voluntarios/as que han trabajado con una entrega admirable en unas condiciones muy complicadas por el frío, por el viento y la lluvia, y a los miles de espectadores que, en una mañana solo apta para quedarse en casa, acudieron refugiados bajo capas, chubasqueros y paraguas, fieles a su cita con los miles de atletas, justo en el año en que más necesitaban los corredores ese aliento. Admirables.

Pedimos disculpas por las deficiencias que se hayan podido notar. También para nosotros el trabajo de este año ha sido muy duro y siempre habrá cosas que mejorar.



Ha sido la Behobia más difícil en los treinta y un años de su época moderna, pero entre todos y todas hemos hecho de ella una de las ediciones grandes.


Comentarios de la revista runners

GANAN RAFA IGLESIAS Y Mª JOSÉ PUEYO


La Behobia-San Sebastián, épica


El campeón de España de maratón, Rafael Iglesias se ha impuesto en la famosa Behobia-San Sebastián marcada por el mal tiempo. La aragonesa María José Pueyo lo ha hecho en categoría femenina.

El atleta salmantino, tutelado por Juan Carlos Granado (entrenador de la gran Mayte Martínez) impidió al madrileño Chema Martínez revalidar su título, que habría supuesto un repóker. La prueba estuvo marcada por el mal tiempo: viento, lluvia y hasta granizo. Martín Fiz llegó 6º, y 2º veterano (el 1º fue el ganador absoluto). Otro campéon del mundo de maratón, Abel Antón se tuvo que conformar con 1:17:56.

En categoría femenina se impuso la maratoniana aragonesa María José Pueyo, por delante de Tamara Sanfabio y Ana Casares, vencedora en 2008. Los 2 ganadores disputarán el maratón en la misma ciudad a final de mes.

Para comprobar lo difícil que se puso la climatología, bastan estos datos: de los 18.444 inscritos (2.800 mujeres), sólo tomaron la salida 14.990 (19% de retirados antes de salir) y llegaron a meta 14.918 (2.043 mujeres, el 13,7 %). En la meta no hubo cronómetro ni pancartas de los patrocinadores, y la entrega de premios se trasladó al Casino.

La crónica (Primera parte)


Cómo poder obviar la tensión que se notaba en los días, día e instantes previos a la carrera. La organización ya había comunicado la existencia de temporal para el domingo y viendo la situación en vivo y en directo, lluvia, viento, nubes, todo un mosaico de malos augurios, no parecía que el tiempo pudiera mejorar ¿Por qué no nos habremos quedado en casa? Sería la frase que muchos de nosotros, si no todos, consciente o inconscientemente nos repetiríamos o salía de nuestros corazones como si de una profunda y susurrante letanía se tratase. ¿Quién puede querer correr una carrera en esas condiciones por mucho que te guste lo extremo? Me atrevería a decir que nadie que esté en su verdadero juicio. Aún así allí estuvimos más de trescientos valientes, mujeres, hombres y niños. Muchos de los que se inscribieron posiblemente no se decidieron finalmente a disputar la carrera por miedo a su integridad física, otros desde un punto de vista práctico porque valoraron que tanto esfuerzo no merecía la pena dada la climatología, otros … que se yo pues porque simplemente no quisieron. Todas esas decisiones son respetables.

Pero también hubo otras personas que se situaron al nivel de esos más de 300 valientes: los organizadores, los voluntarios y el público. Voluntarios y público sin los cuales nada sería lo mismo. Ellos tuvieron la posibilidad de quedarse en sus casas pero no lo hicieron, quisieron compartir su suerte con la nuestra. PARA ELLOS MI ESPECIAL AGRADECIMIENTO.


Y COMO NO, MI ESPECIAL AGRADECIMIENTO A RAFI, LORENA Y ALICIA QUE AL IGUAL QUE NOSOTROS ESTUVIERON BAJO ESE MISMO CIELO PARA DARNOS ESAS PALABRAS DE ÁNIMO Y RECONOCIMIENTO ANTES DE ATRAVESAR LA LÍNEA DE META.






La mañana de la carrera


Comienza a las 6,30 cuando me levanto y me preparo cual guerrero para la batalla; prácticamente todo, desde la noche anterior, había sido minuciosamente planificado. Comienzo a desayunar a las 7,30 entre otros corredores y corredoras del hotel Amara Plaza, yo debía ser el que estaba más nervioso porque fui el primero en salir del comedor. En los pasillos me encontré a unos corredores de León. También para ellos era su primera vez y también estaban preocupados por el tiempo. Comentamos el fuerte viento que había hecho por la noche y que seguía haciendo. Ambos teníamos la habitación en el noveno piso.


Salí del hotel algo más tarde de las ocho rumbo a la estación de Renfe en la que habíamos quedado a las 8,30 todos los turbit@s, Trebo, Crack, Mabelman, Curroslow, Roger, Vallekano e Iván. Antes de llegar me cayó la primera manta de agua que, de no haber sido por el chubasquero que nos dió Dani a todos y cada uno de nosotros (muchas gracias Dani por tu generoso gesto) me hubiera calado . En el rio Urumea había gente practicando surf justo detrás del bello puente (zubia, en euskera) de María Cristina, uno de ellos era una chica, me parecieron unos valientes sin duda con mucho “oficio”.


Llego a la cita con los turbit@s que ya habían llegado a la estación y les encuentro departiendo con un corredor de Ávila 73 años quien orgulloso estaba contando sus experiencias maratonianas. Nos mostró la camiseta que iba a lucir en la carrera y la que llevo al maratón de Nueva York, a cual más pintoresca, con la fotografía de las murallas de Ávila y los colores de la bandera española. Era evidente que se sentía orgulloso de llevarla. Foto de rigor auspiciada por maese Crack.
Accedimos al andén número 2 y a las 8,50 hacía entrada en la estación el tren de cercanías. Había bastante gente en el tren pero no en exceso como para resultar agobiante. En la estación de Gros entró más gente pero eso tampoco hizo que el viaje fuera incómodo. No tardamos mucho (serían las 9,13; hora prevista de llegada a la estación), pues no hubo más paradas antes de llegar a Irún población cercana (3,3 km aproximadamente) a Behobia. Los autobuses que nos llevarían cerca de la salida, varios en fila india, nos esperaban justo a la salida de la estación.

Hasta llegar a la salida había un tramo de unos dos kilómetros.


Nada más salir de los autobuses ya se podía respirar ambiente de carrera, las calles por las que luego pasaríamos estaban abarrotadas de corredores y de gente de la organización. Descendíamos por el recorrido que luego sería de subida y en el que nos sorprendería la lluvia y el granizo. Antes de llegar a la salida nos sorprende un fuerte aguacero con viento pero que por suerte dura poco.

Tras reencontrarnos todos de nuevo en la gasolinera nos vamos a buscar un sitio en el que cambiarnos y vemos a un corredor que se está cambiando al abrigo de una casa abandonada. Iván le advierte que nosotros nos vamos a cambiar pero que no buscamos otra cosa, jajaja. Hay muy buen ambiente. La música suena y eso al menos a mi me infunde ánimo y aleja los malos pensamientos.

Nos cambiamos y tras dejar las bolsas en los camiones de la organización (la organización nos dio junto con el dorsal una etiqueta impresa con nuestro número de dorsal y color de cajón para colocar en nuestras bolsas) nos vamos a calentar un poco. Dani y Vallekano son partidarios de calentar con la carrera y ya no les volvemos a ver hasta el final. Salimos a calentar Iván, Roger, Crack y yo. Tras dar unas vueltas Crack se separa para atender unos asuntos propios y tampoco le volvemos a ver hasta el final. Iván, Roger y un servidor continuamos calentando al lado del rio Bidasoa, que hace fontera con Francia (Hendaya). Poco más tarde Roger se encuentra a un amigo que está grabando un video y nos hace una entrevista a los tres. Al regresar nos encontramos a Chema Martínez al que abordan para entrevistar. Le saludamos y nos vamos hacia la zona de salida pero antes volvemos a calentar alrededor de una pista de cemento al son de la música de los Black eyed peas (I gotta feeling). Poco rato después nos colocamos en nuestro cajón. Suena el himno de “La Real Sociedad” y nos infunde ánimos. Son las 11,04 y nos toca el turno de salida a nosotros, los del cajón rojo. Hay personas asomadas a las ventanas y balcones que nos saludan y vitorean. La aventura va a comenzar.


La carrera


Cómo poder describir el momento previo a una carrera ... Suena un disparo con un sonido amortiguado, parecido al que hace una bombilla cuando se rompe y libera el vacio. Vamos iniciando un movimiento acompasado, cada vez más rápido, tocamos la espalda del que va delante y el que va detrás toca la nuestra. Se tocan los codos, ... nos vamos abriendo espacio y ganamos velocidad, ... el pitido del chip suena por dos veces. Salimos juntos Ivan, Roger y yo.

Yo no estoy seguro de poder seguir el mismo ritmo como así les había dicho. Roger e Invision van en paralelo. Yo me sitúo justo un paso por detrás. Salimos muy rápido. A tan solo 0,49 km voy a 4,08 min por km. En el km 1,29 vamos a 4,00 minutos por km. Creo recordar que Roger comenta que vamos muy rápido. En el comienzo de la carrera me siento muy bien y pretendo continuar rápido. Iván va muy fuerte y es evidente que no podemos seguirle. El no quiere dejarnos pero es justo que haga su carrera. Le vemos perderse entre los corredores.

La veteranía es un grado y hago caso a la experiencia de Roger de reservar para más adelante. Es difícil no contagiarse por la velocidad de la carrera.


No sé si es en ese momento pero nos cae un aguacero terrible. Aprieto los dientes y me protejo del agua con la visera. La lluvia cae con rabia. El momento más temible hacía acto de presencia. Íbamos a comenzar la carrera ya empapados. Nos acordamos de nuestros amigos que aún no habrían comenzado la carrera a los que les estaría cayendo parados toda la lluvia. Ojalá que todavía lleven los chubasqueros pues si terrible es mojarse en carrera mucho peor es mojarse en frio.


La suerte está echada, ahora toca luchar. Ese pensamiento de resignación me viene a la mente, en algún momento fijando la vista en las montañas se cruza por mi cabeza los km que quedan por delante, pero pensar de esa manera no es práctico. La voz de Roger me hace volver a la realidad del momento. Me dice que si tenemos que correr en esas condiciones al menos disfrutemos de la carrera. Esa idea me reconfortaría a lo largo del recorrido.


Ya veía a Roger más fino que yo y conforme vamos corriendo noto que me va a costar seguir su ritmo a un coste posiblemente demasiado alto considerando que no conozco lo que se me viene encima y en las condiciones en las que tenemos que correr.


Es todo un espectáculo ver cómo nos anima la gente. En una situación normal debe ser impresionante, ya lo es en pleno diluvio.

En algún momento para de llover pero curiosamente llevar la cabeza protegida me hace sentirme bien. Estamos calados. Noto el pie chapotear dentro de la zapatilla pero curiosamente no me siento mal. Tampoco puedo evitar acordarme del percance de Pequis en Torrevieja cuando tuvo que correr toda la carrera en plena lluva para acabar finalmente con molestias al quedarse fria.


Nos vamos adentrando en la Avenida Navarra de Irún. El recorrido es de todo menos llano. Hay subidas que hacen daño hasta Ventas de Irún. Este recorrido es urbano. En algún momento le digo a Roger que voy algo forzado para mantener su ritmo y me extiende su mano izquierda con un gesto testimonial de ánimo y entrega de relevo. Notaba que Roger no quería dejarme pero era justo que hiciera su carrera. Me hubiera gustado correr junto a él pero no estaba tan fuerte.
A partir de ese momento emprendo la carrera en solitario aunque no deja de ser un eufemismo pues voy bien acompañado. La carrera es muy numerosa y hay mucho nivel. También es la carrera en la que más codazos me han dado y en la que precisamente no ha habido mucha elegancia a la hora de pedir paso o dejar pasar. Pero no hay que olvidar que esto es una carrera y que a veces el espacio para pasar es tan mínimo que es imposible no tocarse.

Emprendemos la subida al alto de Gaintxurizketa y también me viene a la memoria la serpiente multicolor en lontananza de la Vallekana o la rompecorazones. Es un regalo para la vista. Es una cuesta dura pero el ánimo del público y el no sentirte solo la hacen muy llevadera. A lo largo de la autovía hay caserios y sus habitantes salen a jalearnos. La frase que más se repite es ¡Aupa (upa) Neska!


Al coronar el puerto alguien (hombre de mediana edad) me dice algo en vasco que no entiendo pero que su acompañante me confirma que no ha sido un piropo pues le dice "...qué cabrón eres". Yo no puedo evitar repetir en mi mente lo que decíamos de pequeños ..."tu padre por si acaso". Pero yo voy a lo mío.

Tras coronar el puerto viene una bajada y se suceden continuos toboganes que son verdaderos rompepiernas pues en algunas de las bajadas hay que hacer esfuerzo por frenar. En el km 8,30 iba a 3,58 min por km.

Atravieso una de las zonas más bonitas del recorrido, prados verdes, lomas y caseríos. Se suceden los codazos. Es inevitable en las bajadas. Intento tener ganada la posición situándome cerca del borde de la carretera, así si me tocan lo hacen por un único lado.



Entramos en Lezo en una bajada a tumba abierta con los avituallamientos a la derecha. Practicamente no bebo agua, pues en el primer avituallamiento casi me ahogo (hay que recordar que en lugar de botellas hay vasos y no estoy entrenado). La gente va tan rápido que o te situas con tiempo en el margen derecho o te pasas de largo si no quieres provocar alguna caída. Km 11,87 voy a 3,48 min por km.

Entramos en el Puerto de Pasajes tras una ligera bajada. En el km 12 nos vuelve a caer un aguacero con fuerte viento de cara. El paisaje es industrial aunque bonito sin embargo todo lo veo gris. El cielo, el suelo, los railes que se cruzan sin aparente orden ni concierto, ... noto el suelo muy duro. Me pesan las piernas. Se me ha cargado en exceso el isquio derecho que era con el que había llegado tocado a la carrera. Intento colocarme en un grupo para protegerme del frio pero no puedo porque van algo adelantados y me siento cansado. Intento protegerme con una valla metálica pero puedo provocar alguna caida si hago algún movimiento extraño. Resignación.



Música que advierte del final de ese desierto llano de suelo gris y maquinaria portuaria. Salimos del puerto y entramos en el barrio de Trintxerpe. Mucha gente animando. Hay un pequeño grupo de músicos tocando el txistu y el tamboril. Me parece ver que la mayoría son niños de corta edad. Les agradezco con un saludo el regalo que nos hacen. Me infunde nuevos ánimos. Comienza la corta pero dura subida al Alto de Miracruz. La animación es inmensa.

Espero que alguien me llame por mi nombre pero nadie lo hace para compensarlo choco las manos que tienden los niños y eso me compensa más que de sobra.

Supero la cuesta con más oficio que fuerza. No quiero forzar. Subo bien. Las enseñanzas de Nachosan calaron en mi.


Ya estamos enel km 18, en el tramo final de bajada hacia el barrio de Gros. Alcanzo al globo de la hora y treinta minutos, le adelanto, me adelanta. Hay un grupo de chicas de la cruz roja y soy yo las que las jaleo las llamo y les digo que a ver esas chicas de la Cruz Roja que no se las oye ... el estallido de ánimos que me dirigen es impresionante. Muchas gracias chicas.

Enfilo la recta hasta el final, solo que no sé muy bien donde estoy, hacia la playa de la Zurriola por la Avenida de Navarra. A partir de ahí se forma un pasillo inmenso de espectadores ya continuo hasta la meta.


Me cruzo para chocar la mano de un niño pero con esa maniobra casi se choca conmigo un corredor que venía lanzado por detrás. El empujón que me da el corredor es fuerte y poco elegante, el niño se queda sin saludo y me doy cuenta de mi error. Pido disculpas pero nadie me contesta.

Se nota que el final se acerca porque algunos aprietan el paso. yo intento no perder de vista al globo de la hora y treinta minutos que va a unos tres o cuatro pasos por delante.

Me fijo que no hay arcos hinchables y no puedo evitar sonreir. El día anterior todos y cada uno de los turbit@s veteranos de esta carrera me alertaron de que me iba a encontrar una serie de arcos antes de llegar a la meta y que no los confundiera con la meta pues suele ser habitual para los novatos confundirlos y quemarse antes de cruzar la verdadera meta.

Ni arcos hinchables ni meta. Veo una estructura metálica al lado del Ayuntamiento pero no sé si será la meta. Voy pendiente de ver a Alicia. Busco su paraguas pero de repente veo su brazo derecho extendido, toco su mano y la sonrío además de decirle algo en voz en grito.

Con el deber cumplido cruzo la meta con una satisfacción enorme por haber sido capaz de enfrentarme a este nuevo reto.


¡FUERZA Y HONOR!