sábado, 20 de marzo de 2010

XXVII MEDIA MARATÓN INTERNACIONAL CIUDAD DE TORREVIEJA



Las condiciones eran casi las perfectas si por perfección se puede entender que no llueva - mi opinión – pero para otros una lluvia más o menos fina pero continua como la que nos cayó a lo largo de 10 km puede ser una bendición; que esté nublado, que apenas haya viento y que la temperatura sea inapreciable estando en pantalón corto y con camiseta sin mangas. La humedad inapreciable considerando que estábamos al borde del mar. Sea como fuere el caso es que las condiciones climatológicas si se las compara con las de otras ediciones fueron casi perfectas aunque si uno es exigente, no existiendo la perfección, o siendo ésta algo subjetivo, nada es perfecto. El recorrido es prácticamente llano (Altitud +342,5 / -333,9) salvo por la curva (km 1,88 que conecta la avenida de la Purísima con la Avenida del Doctor Mariano Ruiz Cánovas (N-332a) que se coge en ligera bajada con giro peraltado hacia el lado derecho y en subida. Se pasa por ella dos veces y se pasa bien, el resto es territorio llano y como la sombra del ciprés, alargado.


Como sabéis se dan dos vueltas al mismo recorrido, la primera vuelta es de 10,348 km (puesto que la salida que se sitúa enfrente del Casino se encuentra unos metros antes que la llegada) y la segunda de 10,749 m (llegada junto al inicio del malecón junto a la estatua del hombre del mar).


Este año por lo que me comentaron algunos compañeros de la Escuela del Corredor que también corrieron, se salió en sentido inverso al año pasado, es decir, en dirección norte.


El recorrido me parece interesante, especialmente bonito cuando se bordea el mar, especialmente duro cuando se acomete la Avenida de Desiderio Rodríguez larga, llana e interminable si se va justo; terriblemente interminable como me ocurrió a mi a escasos 5km de la meta. Mejorar es capacidad de sufrir. Esa avenida me recordaba a las del maratón de Sevilla allá por el km 30 o incluso alguna avenida de la Media de Azuqueca.


¿La correría nuevamente? Si me encaja para el año que viene, sin dudarlo. Con esta carrera ha surgido una relación especial. Rocé casi la gloria de hacer una buena marca pero me equivoqué en la estrategia. Demasiado rápida la primera parte, tal vez no controlé bien la alimentación del día anterior porque eso me hizo no arriesgar un poco más en los últimos 2 km al ir con una sensación de vomitar si incrementaba el ritmo.


No obstante estoy contento.


Llegaba a la cita algo nervioso pues quería mejorar marca pero sabía que no iba a ser fácil. El día anterior decidí que acompañaría en la carrera a dos compañeros de triatlon. Uno de ellos, Jose, haría de liebre de otro Carlos, que quería bajar la marca por debajo de 1,30 y lo consiguió. Pensaban ir a un ritmo de 4,15 y en mi caso habiendo hecho el martes durante un entrenamiento ritmos de entre 4,15 y 4,18 pues pensé que no estaría mal intentarlo.


El primer 10.000 no me lo creía, iba muy fino, muy rápido, muy optimista, disfrutando del grupo de carrera que me había tocado en suerte. Me sentí incluso mejor que mi otro tocayo al que veía incómodo pues como el luego nos dijo, no se adaptaba al ritmo. Salimos de la cabecera de la carrera muy rápidos, yo no me lo creía porque incluso iba muy bien, muy cómodo y con una sensación de "haber pasado de nivel".


... la salida es como todas las salidas ... animada, rápida ... se suceden los adelantamientos, nos esquivamos mutuamente ... recuerda a uno de esos documentales en los que una manada de ñus, gacelas o cebras comienzan una desenfrenada desbandada en la que hay cruces, toques ... el mar queda a la derecha. Un mar de aguas transparentes, tranquilo, olor a mar, .. olor a algas, ... mediterráneo en estado puro, limpio. Vamos a muy buen ritmo. Enfilamos por la Calle Ramón y Cajal, pasamos por delante del Restaurante en el que comimos el día anterior "Meson la Costa". Me sorprende mi ritmo y mis buenas sensaciones ... podré aguantar por mucho más tiempo esa velocidad? Más tarde mis dudas quedarían despejadas. Conectamos con la avenida de la Purísima y entre edificios algo más altos sin la vista del mar salvo intuyéndolo de frente y a lo lejos seguimos a muy buen ritmo. A veces tenemos que aminorar la marcha, en otros aumentarla para ir al ritmo de 4,15 ... vamos muy bien. A veces veo a mi tocayo Carlos algo más retrasado y en otras me encuentro más adelantado que el resto de nuestro minugrupo.


Llegamos a la primera bajada -cuesta con el mar y una preciosa cala a la derecha pero la sorteamos sin problemas. Yo me abro en exceso hacia la izquierda perdiendo trazada, pero como me encuentro bien no le doy más importancia. Creo que a esa altura ya ha empezado a llover.


Ya estamos en la avenida del Doctor Mariano Ruiz Cánovas. Una avenida que es de ida y vuelta y cuya playa está menos urbanizada por no decir casi salvaje. Me recuerda a la playa de levante de Jávea, la más abierta.


Vamos muy cerca de la cabeza de la carrera porque nos cruzamos con los primeros, el primero tenía pinta de keniata, el segundo un marroquí amigo de Youness otro marroquí que entrena en la Escuela del Corredor de la UEM y al que conocí antes de la Carrera de Canillejas.


Giramos en giro cerrado pues se corta abruptamente el recorrido, y perseguimos al primero de la carrera, de lejos.


Antes de coger la Avenida de las Habaneras un rudo se sitúa a mi izquierda para adelantar, supongo, va muy pegado a mi, no pide paso, yo mantengo mi ritmo, y me va dando toques en el brazo hasta que en uno de esos toques o tal vez en los primeros, me apaga el chino. Al final pasa no sin antes comentar con mis compañeros la educación del rudo que me acaba de pasar. Manera de actuar innecesaria y poco elegante. Sus maneras no difieren de su aspecto.


Vuelvo a conectar el garmin y un poco molesto, recordando lo que me ocurrió también en Aranjuez cuando acompañaba a Pequis, continúo.


Cogemos la avenida de las Habaneras pero enseguida giramos a la izquierda para entrar en la calle de la sal (a 4,08 en un quiebro que me recordaba al primer quiebro de Canillejas aunque en este caso en sentido inverso. Ese giro tiene sentido para conectar con la calle de Ramón Gallud.


Es precisamente en esta calle, a la mitad, cuando nos da caza el globo de 1:30, a veces corremos por delante, a veces por detrás ... Ya empiezo a notar algo de cansancio pero de momento voy bien.


Enlazamos con la avenida del Doctor Gregorio Marañón y la eterna Avenida de Desiderio Rodriguez, llana, alargada e impasible, generosa con el que va bien de fuerzas pero inflexible con el que tiene que atravesar sus dominios. No hay concesiones.


Llana. El mar a la izquierda. Los primeros de grupo nos pasan en dirección contraria. Los africanos van en primer lugar. Llegamos al final del trazado y giramos. El grupo del globo de 1:30 va pegado a nosotros o nosotros a ellos. Hay un momento en el que nuestro especial minigrupo nos separamos y es precisamente en ese instante cuando desconecto y en un gesto más de oficio que de corazón decido quedarme y emprender mi aventura en solitario. Mis compañeros me miran y me animan pero soy realista y les libero del compromiso de estar pendiente de mi. Carlos, mi tocayo iba a por su objetivo. Jose iba a ayudarle a conseguirlo, el mío era cosa propia.


Les veo distanciarse poco a poco. Cruzamos por delante del primer 10.000. En realidad ellos a cuatro pasos por delante. Alicia y la mujer de Jose y Carlos nos jalean. Respondemos. Poco a poco la distancia se va haciendo un poco más evidente. Supongo que es en el minuto 12 cuando me doy perfecta cuenta de lo que he arriesgado en la primera parte y que tendré que ayudarme del corazón de su parte inmaterial y de la cabeza para llegar a la meta.


En la avenida del Doctor Mariano Ruiz Cánovas se me suma un corredor novel del que observo que más tarde o más temprano dejará de ir conmigo pues va forzado de ritmo y se nota. Pienso en ayudarle rebajando mi ritmo pero a pesar de la tentación que para mi supone hacer más liviana mi marcha no puedo ni creo que deba, y poco más tarde como era de esperar se queda atrás - luego le vería más tarde de frente en la inmensa avenida para gritarle un ¡ánimo campeón! Continúo por la calle de Ramón Gallud con más cabeza que fuerzas y es casi a la mitad de la calle cuando veo a Alicia y la saludo con un gesto en el que no podía ocultar mi cansancio como así luego me lo confesó. Su ánimo, sus ánimos me dieron fuerzas renovadas. Combustible extra para mis piernas. Pero la realidad volvería más tarde a recordarme mi situación. Lo estaba pasando mal y esperaba que la temida y llana avenida que se avecinaba menguara. Ilusiones sin fundamento. Los kilómetros no se dejan doblegar. Contemplo la belleza de los campos, muy floridos en verde y amarillo, a veces, entre los edificios atisbo retazos de mar, intento engañar a mi cansancio pero es imposible. Los últimos cinco kilómetros se me hacen duros y eternos. La avenida no se acorta. Oigo un "plap plap", de un corredor que viene por detrás, que me molesta. Creo que reduzco el ritmo para que me rebase porque me desconcentra y hace mi especial calvario algo más duro. Cuando finalmente pasa me sorprende la inconsciencia del joven corredor que corre con zapatillas tipo bamba.


Pasa pero continúo. En ese momento bajo el ritmo a 4,46 porque noto desde hace algún tiempo que algo en mi estómago se mueve y, si continúo puedo vomitar. Incremento el ritmo controlando ese problema. Ya cerca del Casino lo incremento mucho más a 3,42, es bajada. A continuación me sitúo en 4,20 y emprendo mi camino hacia la meta. Un corredor con camiseta roja me va adelantando. A lo lejos veo a otro corredor con camiseta blanca descolgado como yo del grupo del globo de 1:30. El corredor de rojo me adelanta. Mi estómago no va muy bien. Las piernas ... pero me digo ... soy un T-Diesel o qué! y me doy alegría. Adelanto al de rojo con facilidad. El corredor de blanco me queda un poco lejos pero empiezo a lanzar las piernas con oficio. La zancada se amplía y me veo ganador. El corredor de blanco se pica conmigo pero hay majete lo llevas claro. LLevo toda la fuerza dentro. Se que puedo aún aumentar más mi zancada aunque también se cual va a ser la consecuencia. Llego a meta el primero de este minigrupo de competidores. Cuando atravieso la meta voy a 3,20.


Nada más atravesar la meta y a pesar de inspirar con fuerza aire por la nariz para engañar al acto reflejo que está al caer, acabo vomitando una, dos veces. Se que es un triste espectáculo pero es lo que hay. Ultimamente parece que se ha convertido en una costumbre lo de vomitar nada más atravesar la meta como ya me sucedió en Getafe. Algo estaré haciendo mal. O es que me he exprimido al máximo. Ciertamente la cena y el desayuno se me juntaron y no me sentí cómodo durante la carrera sobre todo cuando las cosas empezaron a ir mal.


No obstante ha sido una experiencia muy interesante. Un recorrido que merece la pena correr.

martes, 9 de marzo de 2010

Correr es de cobardes y lindezas similares

No es nada inusual oir perlas como la de que correr es de cobardes o aquello de que si corres es porque te sobra el tiempo. Pues bien nada de eso es cierto. Correr es de valientes porque supone rebelarte contra la pereza, la inercia de no hacer nada. Si corres no es porque te sobre el tiempo sino porque sabes administrar tu tiempo y dedicarte esa parte del día a tu afición. No siempre se corre cuando se quiere sino cuando se puede. Llegar de un viaje de trabajo con avión incluido y salir a hacer series a las 21 horas ni es de cobardes ni es que te sobre el tiempo sino que tienes la fuerza de voluntad y la motivación para hacerlo. Siempre es muy fácil criticar o menospreciar el esfuerzo de los demás. Ese esfuerzo no es gratuito ni sencillo, pero tiene su recompensa por eso corro. En el artículo de Aurora Pérez, "El corredor anónimo" de la revista del mes de marzo hay un texto con el que me identifico ...." Desde entonces no ha parado, y sigue y seguirá porque finalmente descubrió que correr es el pan de su alma y con él alimenta sus sueños".